En este artículo me propongo compartir algunas reflexiones surgidas de la experiencia mexicana sobre las tensiones entre los derechos colectivos de los pueblos y los derechos de las mujeres, con el propósito de re-pensar desde una perspectiva de género las políticas de reconocimiento cultural de colectivos humanos. La intensificación de los flujos migratorios del sur al norte, y el surgimiento de importantes movimientos indígenas en las Américas, han puesto en las últimas décadas en la mesa del debate el tema de los derechos culturales y políticos de estos colectivos humanos y ha venido a cuestionar la visión universalista y liberal de la ciudadanía. La demanda del reconocimiento cultural de estos colectivos y las reformas del Estado para reconocer el carácter multicultural de las naciones, ha re-abierto viejos debates antropológicos en torno al relativismo cultural y el universalismo conceptual.