En este capítulo quiero presentar algunas ideas en torno a los retos metodológicos y políticos que implica la práctica de una antropología feminista socialmente comprometida en el contexto latinoamericano contemporáneo. En mi experiencia como académica y como activista que ha trabajado durante más de dos décadas a favor de los derechos de las mujeres en contextos de diversidad cultural, me ha tocado enfrentar tanto las descalificaciones de la academia positivista como la desconfianza de los activismos antiacademicistas. Las reflexiones que aquí presento se proponen responder a estas dos posturas reivindicando la riqueza epistemológica que conlleva el hacer investigación en alianza o colaboración con movimientos sociales y, a la vez, planteando que la investigación social puede contribuir al desarrollo del pensamiento crítico y a la desestabilización de los discursos del poder, contribuyendo así a la lucha de los movimientos que trabajan por la justicia social.