En este capítulo me propongo reflexionar sobre el uso de la violencia y la tortura sexual, por parte de agentes del Estado mexicano en contra de mujeres indígenas y campesinas, como parte de una semántica patriarcal de violencia e impunidad que se está desarrollando en distintas regiones indígenas del país en el marco de procesos de acumulación por desposesión (Harvey 2003). Desde una perspectiva feminista es importante analizar el vínculo que existe entre la ocupación mediante la violación de los cuerpos de las mujeres indígenas y la ocupación de sus territorios y el despojo de sus recursos naturales. Se trata de procesos que se dan de manera simultánea y que responden a las lógicas de un capitalismo neoliberal en cuya reproducción han sido fundamentales las desigualdades de género y raza.